Los poderes contra la democracia

Administración de los males públicos

Jorge Pech Casanova

El 12 de diciembre de 2023 la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña Hernández, convocó a integrantes del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para una cena privada en casa del ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá. En esa cena, la ministra Piña Hernández presentó a los jueces al dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, como “mi amigo y aliado”.

La ministra convocó a los invitados a esa cena después de enviarles mensajes telefónicos amenazantes porque impulsaron en el Tribunal Electoral la destitución de Reyes Rodríguez Mondragón, personaje vinculado al régimen de Felipe Calderón Hinojosa y a los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional. Sería una reunión “para limar asperezas”, ofreció Piña Hernández. En realidad, congregó un cuestionable conciliábulo político.

El incidente muestra hasta qué punto la magistrada Piña Hernández forma parte de un conglomerado de intereses políticos que vulnera la autonomía de los poderes de la república y coloca a éstos en un peligroso conflicto, impulsado por los intereses personales de funcionarias, funcionarios, dirigentes y cómplices de partidos políticos.

Esto queda de manifiesto cuando está por concluir una de las campañas electorales más sucias de la historia nacional —la de la candidata Xóchitl Gálvez Ruiz—, en la cual se han inmiscuido personajes como la ministra Piña Hernández, el magistrado González Alcántara Carrancá, el juez Rodríguez Mondragón, el líder priista Moreno Cárdenas, el líder panista Santiago Creel Miranda, el empresario Claudio X. González Guajardo y el ex presidente del Instituto Nacional Electoral Lorenzo Córdova Vianello, entre otros y otras.

El domingo 19 de mayo se develó otra gran falsedad de la campaña plagada de engaños y mentiras: el fingido movimiento ciudadano por la democracia —que organiza marchas masivas contra la presidencia de la república desde antes de que comenzara la presente campaña electoral— prescindió de sus ropajes ciudadanos y se declaró abiertamente en apoyo a la candidata Gálvez Ruiz y al candidato panista Santiago Taboada Cortina, señalado por corrupción durante su mandato como alcalde en la Ciudad de México.

Miles y miles de personas acudieron a la marcha partidista del domingo 19, ya sin ningún disimulo, aunque no hacía falta: desde sus primeras emisiones el 13 de noviembre de 2022 y el 26 de febrero de 2023 quedó claro que la supuesta “marcha ciudadana” era un dispositivo partidista orquestado por falsos dirigentes de la sociedad civil, que actuaban por consigna del PRI, el PAN y el agonizante PRD. Sin embargo, los propagandistas de la cleptocracia celebraron aquellas farsas con frases grandilocuentes.

“Un nuevo triunfo democrático resultó la jornada del pasado 26 de febrero en lo que los organizadores llaman la primavera rosa y así fue como decenas de miles de personas salieron a defender la democracia, el INE y el voto libre como parte de las conquistas democráticas del verdadero pueblo de México”, escribió en 2023 uno de esos corifeos sobre la “marea rosa” que ya asumió sus verdaderos colores: los de los impresentables PRI, PAN y PRD.

Hernández/La Jornada

Además, una investigación periodística de El País halló que Santiago Creel, en la sesión del Consejo Nacional del PAN en diciembre de 2022, se ufanó de haber organizado la supuesta marcha ciudadana: “Déjenme decirles de las marchas y de lo que ocurrió en el país el 13 de noviembre. No fueron espontáneas, estuvimos trabajando junto con las organizaciones de la sociedad civil horas, horas construyéndolas, negociando, desde nuestra Asamblea Nacional, que fue el sábado 12, cómo podíamos hacer para poder concluir en el mismo día y estar acompañando a las marchas que se iban a dar en todo el país”.

“Trabajando junto con las organizaciones de la sociedad civil”, en el contexto al que se refirió el panista, implica su complicidad con personajes como Claudio X. González, supuesto activista ciudadano, que en realidad es quien maneja los hilos de la alianza de partidos derechistas; o con Guadalupe Acosta Naranjo, quien, tras ser expulsado de la dirigencia del PRD, se unió al gobierno de Francisco Cabeza de Vaca, hoy prófugo de la justicia. Ahora Acosta Naranjo se hace pasar por activista ciudadano en el Frente Cívico Nacional.

Todo esto sucede mientras la candidatura de Xóchitl Gálvez se derrumba no sólo ante la popularidad de la candidata del Movimiento de Regeneración Nacional, Claudia Sheinbaum Pardo, sino por el avance del recién llegado Jorge Álvarez Maynes, representante del partido Movimiento Ciudadano, quien puede externar un discurso muy atrayente para los jóvenes por su casi nula posibilidad de llegar a la presidencia, lo cual le permite hacer ofrecimientos tentadores que sabe no tendrá que cumplir.

Por otra parte, Xóchitl Gálvez no presenta un proyecto de nación articulado, sino una campaña basada en el ataque personal a la candidata mayoritaria, mientras intenta atribuirse los logros del gobierno de Andrés Manuel López Obrador (pensiones, aumentos salariales, programas sociales) y al mismo tiempo ofrece reactivar políticas públicas que fracasaron durante el régimen de Vicente Fox, como el llamado seguro popular, sumido en la corrupción.

Lo único que resalta en el desastroso intento de la derecha por reapropiarse del poder es el rostro repelente y deteriorado de una gerontocracia que insiste en no abandonar sus privilegios, su corrupción y sus trampas. Esas trampas que pasarán a la historia como una falsa “marea rosa” cuyo color auténtico es el de una pandilla política gangrenada por su profunda corrupción.

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