“No tenía dinero y debió regresar al teatro del sexo. Esa noche la torturaban los tacones. Pasaban veloces los autos delante de ella y el solitario viento callejero levantaba remolinos y papeles cuando un auto se detuvo a su lado. Beatriz leyó sus características, virtud de la experiencia: rico, refinadamente perverso, anónimo. Subió a él”.
Auras evaporadas
“La cortesía, que garantiza ‘soledades y silencios, islas de felicidad’, estaba vinculada a la santidad, como se repetía en el siglo XVII francés. ‘La santidad es cortesía consagrada’, dirá San Francisco de Sales, citado por Zolla. La santidad y la amabilidad, virtudes emparentadas, derivan en el estoicismo, porque imponen la sonrisa en cualquier situación”.
