El pretérito imperfecto de Flaubert 

“Usted, Flaubert, a quien muchos, en su tiempo y en la posteridad trataron como tonto (Sartre entre otros) es el ganador. Sus obras, producto de “la orgía perpetua” de escribir, permanecerán por siempre en el corazón de sus lectores, por los siglos de los siglos. Amén”.

Tres cuentos más uno

“Me sorprende que Flaubert y Yourcenar hayan elegido para sus últimas obras a un ser humano cualquiera, a una mujer y un hombre ‘oscuros’ que ya no eran ni el Emperador ni una mujer seductora, como Emma o Salomé. Quizá ambos escritores habían llegado a la más alta sabiduría, la de comprender que todos los seres humanos compartimos ‘el infortunio y la dulzura de existir’, como escribe Yourcenar”.

Tres copistas

“Milán Kundera cita a Flaubert en su discurso al recibir el Premio Jerusalén, señalando que para el escritor francés … ‘la estupidez es la falta de reflexión sobre los lugares comunes’”.

La correspondencia de Flaubert (1862-1868)

“He sido remero en el Nilo, conductor en Roma en los tiempos de las guerras púnicas, retórico griego en Suburre, donde me devoraban las chinches. Morí, en la cruzada, por haber comido demasiadas uvas en la playa de Siria. Fui pirata y monje, saltimbanqui y cochero. Quizá emperador de Oriente, también”. Gustave Flaubert.

Lo que se lee al final 

“Madame Bovary no fue la única novela de Flaubert, aunque sí la mejor. Su siguiente obra maestra fue La educación sentimental, una historia de amor entre un joven venido de provincia y su amante casada, quien, cuando se despiden porque ella regresará con su marido y él, que ha crecido sentimentalmente ya no la verá más, dice una frase que condensa la melancolía flaubertiana: ‘Hubiera querido hacerle feliz’”.

Flaubert y su metaliteratura

“Madame Arnoux le dice a Fréderick: ‘Hubiera querido hacerlo feliz’. En ese tiempo verbal, el ‘hubiera querido’, se resume toda la melancolía de Flaubert, quien en una carta le dirá a Louise Colet: ‘Sólo soy un lagarto de la literatura, acostado todo el día bajo el sol de lo bello’.”

El alma de las cosas

"La supresión de Flaubert ---un sacrificio voluntario--- significa abandonar el mundo interior como materia de la escritura para esforzarse “por llegar al alma de las cosas”, como años después explicará a George Sand. El alma de las cosas. Ninguna otra es la lucha de Cioran cuando confiesa que su vida sólo se cifra en la aspiración de superar la lírica y alcanzar alguna vez la prosa."

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