Administración de los males públicos
Jorge Pech Casanova
Es fama que al presentarse en el Valle de los Reyes egipcio con su ejército, Napoleón lo arengó así: “¡Soldados, mirad que desde lo alto de estas pirámides, más de cuarenta siglos os contemplan!” Pero no es de Bonaparte ni de algún otro político voraz, y menos de la esfinge faraónica, que tratará este artículo. La materia de este escrito se circunscribe a un estafador que se hizo llamar Napoleon Hill y a un esquema fraudulento conocido como pirámide.
Si bien son las autoridades políticas las que suelen administrar los males públicos como estafas y fraudes, hay un sector de la población civil que se anima a competir en esa rama del daño a la colectividad. Uno de ellos fue el pseudo empresario Oliver Napoleon Hill. La Wikipedia, a veces tan certera, lo define como “autor de autoayuda y embaucador”. Publicó once libros, de los cuales sólo dos tuvieron una amplia recepción: Las leyes del éxito, publicado en 1928, al que siguió Piense y hágase rico, aparecido en 1937.
Oliver Napoleon Hill comenzó sus timos en 1907 cuando fundó en Alabama una compañía que vendía carbón a precios muy bajos, la cual quebró al año siguiente.
En 1909 Hill había huido a Washington, donde estableció su Colegio Automovilístico, en el que sus estudiantes armaban vehículos para la Corporación de Motores Carter, la cual se declaró en quiebra en 1912. A los estudiantes no se les pagó por su trabajo, aunque Hill comenzó a “formarlos” para vender automóviles en vez de fabricarlos.
Cuando el Colegio cerró sus puertas en 1912, junto con la quebrada fábrica de autos, quedó claro que el negocio de Hill era inducir a sus estudiantes a reclutar a más alumnos, y cobrarles a todos por sus nulas enseñanzas. Fue un procedimiento similar al que aplicarían casi un siglo después compañías “multiniveles” fraudulentas como Amway. En este caso, la palabra “multinivel” es otra forma de decir “pirámide”, si bien ninguno de los términos se refiere a la figura geométrica con base poligonal cuyas caras laterales son triángulos que se juntan en un vértice común.
La palabra “pirámide” sirve para denominar un supuesto negocio en el que los asociados tienen que recabar más inversores cuyas aportaciones produzcan beneficios a los participantes, y para esto es imprescindible que el número de nuevos suscritos sea mayor al de los iniciales, lo cual no puede sostenerse indefinidamente. Esta clase de “negocios” se conocen también como esquema multinivel, nubes, fractales, flores o círculos de la plata.
Tras mudarse a Chicago, Hill alegó ser abogado, e intentó ser profesor en la Universidad Lasalle, además de asociarse para establecer una dulcería. En ambos intentos fracasó al cabo de un año: la universidad lo despidió y sus socios lo corrieron de la dulcería.
Sin amilanarse, Hill abrió en 1915 el Instituto Publicitario George Washington, que ofrecía enseñar los principios del éxito y la autoconfianza. En 1917, el director del IPGW demandó a la compañía ferroviaria de Illinois porque la supuesta falta de iluminación en sus carros lo obligó a usar lentes. El juez del caso no le concedió razón.
Para 1918 se hizo público que el estado de Illinois había expedido dos órdenes de arresto contra Hill por tratar de vender acciones de su Instituto en cien mil dólares, aunque en realidad sus fondos y bienes eran de sólo mil doscientos dólares.
Al cerrar su instituto, Hill fundó las publicaciones periódicas Regla de Oro de Hill y Revista de Napoleón Hill. En 1919, mientras Estados Unidos se recuperaba de los estragos de la Primera Guerra Mundial y la epidemia de gripe española que mató a cientos de miles, Hill y su revista Regla de Oro fueron acusados por publicidad falsa y lavado de dinero destinado a veteranos de guerra mediante unas fraudulentas acciones petroleras.
Hill permaneció tranquilo y se atrevió a sostener que el presidente Woodrow Wilson le había pedido consejo para ganar el conflicto mundial. Aún más, Hill dijo que rechazó el pago que le ofreció el mandatario “porque era un patriota” y que había participado en la firma del armisticio en Versalles.
Para 1922 Hill dirigía la Escuela de Correspondencia Intramuros, que pretendía educar a hombres encarcelados en Ohio. Así, Hill estuvo en comunicación constante con notorios falsificadores y timadores. Se hizo amigo del periodista Donald Ring Mellet, quien emprendió una campaña contra la corrupción en Ohio hasta que fue asesinado por criminales.
En 1923, poco después del atentado contra Mellet, Hill fue acusado de que su Escuela de Correspondencia era una estafa. El impugnado mentor optó por embarcarse en una gira de conferencias en las que alegaba que los mismos criminales que asesinaron a Mellet trataban de quitarle a la vida a él.
Para 1928 Hill se hallaba refugiado en Filadelfia, desde donde publicó Las leyes del éxito. Ahí adujo que, en una entrevista, el millonario Andrew Carnegie le había revelado sus secretos para hacerse rico. Hill afirmó en sus páginas que muchas de sus fórmulas se las habían transmitido los empresarios Henry Ford, J. P. Morgan o John D. Rockefeller, e inventores como Alexander Graham Bell y Thomas Edison.
Ni en ese libro ni en otros subsiguientes reveló Hill que ninguno de esos millonarios tuvo trato con él, y menos aún observó que el método compartido por todos ellos era su absoluta falta de escrúpulos para explotar a sus empleados y apoderarse de cualquier riqueza que estuviese a su alcance.
Las ganancias del libro le permitieron a Hill darse una gran vida. El fallido profesor de mecánica automovilística se transportaba en un Rolls-Royce. También obtuvo préstamos para comprarse una propiedad de 240 hectáreas.
Pero como los hábitos de ahorro y autocontrol que recomendaban Las leyes del éxito no eran practicados por su difusor, la crisis de 1929 precipitó a Hill en la quiebra. Casado con una mujer adinerada y con tres hijos, el hombre dejó que la familia de su esposa Florence la mantuviese junto con sus vástagos.
Hill volvió a sus negocios fraudulentos, uno de los cuales fue el proyecto de filmar la primera película producida por la iglesia mormona, la cual se canceló porque los socios lo acusaron de malos manejos financieros. Sin inmutarse, Hill difundió la versión de que ahora asesoraba al presidente Franklin D. Roosevelt.
Florence, la madre de los hijos de Hill, obtuvo el divorcio en 1935. Al año siguiente Hill se casó con Rosa Lee Beland. Sin hogar propio, el matrimonio se fue a vivir con un hijo de Hill, cuya esposa lo dejó por los abusos del suegro. El propio hijo, Blair, se mudó poco después, no sin darle un préstamo de trescientos dólares a su padre para que escribiese un nuevo libro.
Con la colaboración de Rosa Lee, Hill publicó en 1937 Piense y hágase rico. Tuvo muy buenas ventas. Los Hill retomaron un estilo de vida fastuoso. Rosa Lee se involucró con una secta, La Real Fraternidad de los Maestros Metafísicos, y su esposo se volvió padrino de una niña a la que supuestamente criarían para que fuese inmortal. Tras devolver la niña a su madre, el líder de la secta James Bernard Schafer fue a la cárcel en 1942. En prisión, Schafer declaró que Hill lo había estafado.
Al divorciarse de Hill en 1940, Rosa Lee se llevó gran parte de las ganancias de Piense y hágase rico, pero nunca devolvió a su hijastro Blair los trescientos dólares que éste les había prestado a ella y a su ex marido.
En 1943 Hill se casó de nuevo, con Annie Lou Norman. El embaucador escribió y publicó otros libros que no alcanzaron las ventas de sus dos volúmenes principales. En 1952 Hill lanzó una nueva estafa de venta de cursos, y siguió sus tropiezos hasta que se ligó con Clement Stone para vender cursos mediante la empresa Asociados de Napoleón Hill, a partir de 1960.
Desde 1967, cuando publicó su libro ¡Hágase rico con paz mental!, Hill comenzó a pregonar que lo visitaban espíritus cuyas voces lo aconsejaban. El autor de autoayuda y embaucador falleció en 1970. La Fundación que lleva su nombre aún vende sus libros y cursos para el éxito, así como “certificados de liderazgo”.

Hola Fernando, te paso link,,, un saludo Juan
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