El laberinto del mundo

José Antonio Lugo

I. Presentación

Pensar es agradecer. Pienso en Fernando Solana Olivares y una palabra viene a mi mente: gratitud. En otras eras, me invitó a escribir una columna semanal en la sección de Cultura de El Nacional y publicó en el suplemento Dominical las cartas de Marguerite Yourcenar que traduje. Hoy, tengo el privilegio de ser su editor y con agradecimiento y entusiasmo me sumo a este proyecto.

II. Un viaje relámpago por la literatura china

El sinólogo Wolfang Bauer, en su Historia de la filosofía china (Herder, 2009) señala como pilares del pensamiento chino el confucionismo (una ética política), el taoísmo (una axiología individual que coquetea con el anarquismo), el budismo zen (que mediante el koan intenta liberarse de la trampa del lenguaje) y el I Ching o Libro de las Mutaciones (quizá su equivalente fuera Las metamorfosis de Ovidio, sin personajes).

       En 2019 fui a Beijing y a Shangai, con mi hijo Diego. En la primera ciudad visité la librería para obras traducidas a otros idiomas y allí compré Chinese literatura, de Li Chunyu (China Intercontinental Press). Me sorprendió que no hubiera mención alguna a Gao Xijian, extraordinario escritor, defenestrado por el régimen, que con la nacionalidad francesa mereció el Premio Nobel de Literatura. Yo había leído años atrás su novela más famosa…

III. La montaña del alma

El narrador de esta novela espléndida busca la montaña del Alma, un lugar que no encuentra porque todo mundo le da información contradictoria. Poco a poco nos damos cuenta de que se trata de un viaje interior. Pero no es sólo eso: el autor busca recuperar tradiciones, rituales, fragmentos literarios, todo lo que fue destruido por la Revolución Cultural. Se interna en la China profunda, donde hay bosques de secoayas, criaderos de pandas y lugares que parecen salidos de poemas de Li Bai, el gran poeta chino conocido en Occidente como Li Po y sobre cuyos poemas Ezra Pound recreó algunas versiones en su libro Personae.

       El narrador se va dando cuenta de que la verdad no existe, que la narrativa y la realidad se superponen hasta fundirse en una bruma indisoluble y que la única certeza es la del instante, que se expresa en unos labios femeninos, en una taza de té de jazmín, en un crepúsculo…

IV. Grandes pechos, amplias caderas, de Mo Ya

En el libro mencionado sobre esta literatura milenaria se señala que el primer escritor chino galardonado con el Premio Nobel de Literatura es Mo Ya. Esto es rigurosamente cierto, si bien la escritora norteamericana Pearl S. Buck ganó ese mismo premio con novelas ubicadas en China (La buena tierra), que fueron el primer puente entre culturas tan distantes.

       La novela de Mo Ya nos cuenta la historia de Madre, una mujer que como una leona protege durante toda la vida a sus muchas hijas y a su único varón, quien se acostumbra a alimentarse de su leche hasta ya ser un hombre, por lo que termina siendo un bueno para nada. La novela termina con la muerte de ambos. En las seis décadas que dura la trama, los lectores somos testigos del tránsito de una vida rural a la invasión japonesa, la gran marcha de Mao, la Revolución Cultural y, al final, un capitalismo rampante al cual no le importan el taoísmo, el confucionismo, el budismo zen o el I Ching.

       Es un fresco extraordinario. Como Los Buddenbrook, de Thomas Mann, es la saga de una familia. Como El tambor de hojalata, de Günter Grass, es también la historia de un niño que no quiso crecer —en este caso psicológicamente.

       Contrastar las dos novelas es un regalo para cualquier lector.

V. El enigma de China, de Qiu Xiaolong

Esta novela escrita en Estados Unidos por un chino disidente nacido en 1953, forma parte de la saga del inspector Chen Cao, que es detective y al mismo tiempo miembro del Partido Comunista. Divertida, ágil, nos conduce a la China actual, corrupta, aspiracional, decadente. Es claro que si Xiaolong las hubiera intentado publicar en China, ya le hubieran cortado la cabeza. Estas novelas están publicadas por Tusquets.

Amigos lectores —todo lector es un amigo—: ¡Nos vemos la próxima!

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