“Viendo las condiciones económicas y laborales en que se desenvuelven los jueces, magistrados y ministros mexicanos, uno se pregunta si no es verdad que vivimos ya en una república soviética restaurada por décadas de gobiernos priistas y panistas. Sólo nos falta sustituir, en la bandera mexicana, el emblema del águila y la serpiente por el del martillo no pocas veces devastador que esgrime el poder judicial”.
