“Al cortejo fúnebre asistieron 300 personas. Cuando bajaron el ataúd a la fosa, el féretro del gigante –por la gran estatura de Flaubert--- no cabía. Tuvieron que esforzarse los sepultureros, nos dice Lottman, el biógrafo. Yo creo que le hubiera encantado ese detalle a Flaubert, que pensaba que todos eran unos idiotas”.
La derrota victoriosa: la correspondencia de Flaubert
“Mi mal, me temo, es incurable. Además de mis causas personales de disgusto, el estado de la sociedad me abruma y la estupidez pública me ahoga. Se me ha reprochado vivir en una torre de marfil, pero una marea de mierda derribará los muros”. Gustave Flaubert.
