"Una cosa son las respetables luchas de las reivindicaciones (sociales, políticas, laborales, estudiantiles, profesionales, raciales o de preferencias sexuales) y otra muy, pero muy distinta es estropear el lenguaje en aras de ello, queriendo hacer cómplices a la lengua y al habla y a las grandes obras literarias de una presunta discriminación machista desde la historia y la evolución del idioma".
