“Pero como quien sabe diez sólo puede enseñar nueve, acepta que la posesión sufrida ha sido oracular, eleusina, y no admite racionalización. Cuando un dios pasa cerca de uno suele, como lo hacía Apolo, herirnos a la distancia”.
El incesante Borges
“Pero el poema es inagotable, como usted mismo, Borges, cuyo nombre, a diferencia de aquel del sevillano de la epístola moral, jamás hemos ignorado. Abandonado de mí, acomodado en nada, vuelvo a ser alguien y dejo de ser algo cuando lo frecuento a usted, el sabio que mi necedad nunca ha negado, el mejor artífice y uno su permanente aprendiz”.
