“Un asesino que debiera estar preso, anda libre en la calle, haciéndose pasar por amante de los perros, como cuando atacó y privó de la vida a su víctima. La autoridad no ha manifestado ninguna intención de castigar ese crimen. El injusto fin de Sali Grace sigue siendo uno de tantos feminicidios sin sanción en este país”.
