“Al huir los rebeldes, asumió la gubernatura José María Iturralde, quien ordenó esculpir un monumento en el que colocó la efigie del fusilado con la leyenda “Al Apóstol y Mártir Felipe Carrillo Puerto”. Iturralde lo hizo levantar en el Paseo de Montejo, la avenida donde se paseaban los hacendados que pagaron por la ejecución del renuente inmolado”.
