“Al final, las obras humanas son superadas por la naturaleza o lo sagrado. Aunque las desmesuras y excesos me atribulan a veces, siempre recuerdo la historia que cuenta J. R. R. Tolkien en Hoja de Niggle, sobre un pintor que nunca logró terminar un cuadro con un árbol que imaginaba, y al fin, en un territorio misterioso, halló aquel árbol pletórico de follaje”.
