“De su papá no salió palabra. Por un instante, Gaby sintió que nada se movía. El señor se alejó con pasos gigantes. Gaby dejó los brazos de su nana para entrar a la habitación materna. Vio con repulsión la caja de dátiles abandonada sobre el buró. Sin mirarla, se recostó al lado de su madre que dormía con languidez”.
