Culturas impopulares
Jorge Pech Casanova
En el curso de Historia del Arte Mundial sustentado en la Universidad de Hamline, la catedrática adjunta Erika Lopez Prater comentó ante sus estudiantes el 6 de octubre de 2022 una imagen del profeta Mahoma pintada en el siglo XIV por uno o más artistas islámicos. La imagen fue realizada por encargo de un patrocinador musulmán, para ser vista y venerada por devotos mahometanos. No obstante, la doctora López advirtió a sus educandas y educandos desde el principio del curso y antes de la clase que si esa o alguna otra imagen religiosa les causaba incomodidad, podían abstenerse de verlas. Nadie le presentó objeciones.
Sin embargo, poco después la presidenta de la Asociación Musulmana de Estudiantes en Hamline, Aram Wedtalla, acusó a Lopez Prater de islamofobia por haber mostrado la imagen del profeta conversando con el arcángel Gabriel. Como resultado, a la profesora no le renovaron contrato para el siguiente curso.
Ahora la Universidad de Hamline es el foco de una polémica sobre la libertad de cátedra, pues el suceso se interpreta como la expulsión de la maestra a causa de la interpretación demasiado estrecha que asumió el centro educativo en cuanto a las normas coránicas.
La profesora Amna Khalid publicó en The Chronicle of Higher Education un artículo titulado Sobre todo, me ofende como musulmana, en el cual manifestó: “El patente desdén administrativo y la activa supresión del propio objeto por el que una institución de educación superior es valorada —el conocimiento especializado de la Facultad— hace esta ‘una de las más egregias violaciones a la libertad académica en la memoria reciente’, en palabras del PEN Club de Estados Unidos”.
Inclusive el Consejo Nacional Musulmán de Asuntos Públicos en Estados Unidos (que al principio apoyó la queja de la estudiante Wedtalla) se desvinculó de la reclamación, ante las evidencias de que no todas las ramas del Islam prohíben representar pictóricamente al profeta Mahoma.
El debate en torno a la supuesta “islamofobia” de las imágenes de Mahoma ha abierto un saludable intercambio de información sobre las implicaciones del arte figurativo en la cultura musulmana. Durante siglos, en Occidente se nos ha inculcado que el Islam prohíbe de manera terminante retratar al Profeta. El incidente ocurrido en una institución educativa de Estados Unidos nos demuestra que tal creencia es errónea.
Sin embargo, hay que ponderar cuanto está detrás de la decisión administrativa que agravió a la catedrática Erika López Prater tratando de no “agraviar” a estudiantes de credo islámico. No es imposible que, detrás del aparente descuido con que el centro de estudios trató este asunto, subyazga una decisión meditada para evitar un mal mayor: la posible respuesta violenta de otros musulmanes contra estudiantes, catedráticos y personal de la universidad.
En un país donde los tiroteos en centros educativos se han vuelto una epidemia social, es muy factible que los directivos de Hamline reaccionasen con terror ante un posible ataque de fanáticos islamistas si no “castigaban” el supuesto sacrilegio de la profesora.
A la memoria de los directivos universitarios han de haber acudido las imágenes del ataque terrorista a la revista satírica Charlie Hebdo en París, el 7 de enero de 2015, en el cual dos fanáticos islamistas asesinaron a doce personas para vengarse por una caricatura burlesca de Mahoma que publicó en 2014 el semanario. Once de las víctimas fueron tiroteadas en el interior de las oficinas de Charlie Hebdo, y en la calle un policía fue herido de muerte por las balas. Además, el asalto dejó varias personas lesionadas.
Seguramente las y los directivo de Hamline resintieron en sus determinaciones el temor a que una postura que extremistas pudiesen considerar tímida o insuficiente, desatase represalias letales para la pequeña comunidad universitaria.
No hace falta mucha imaginación para temer un ataque amado en cualquier institución de Estados Unidos, desde que los seguidores de su presidente Donald Trump asaltaron el Capitolio —asiento del Poder Legislativo— el 6 de enero de 2021, dejando bien claro que los extremistas de ese país no dudan en recurrir a la violencia letal para lograr sus fines.
Por desgracia, en diversos países islámicos y en el muy cristiano Estados Unidos, el odio es el argumento con más peso en cualquier debate contemporáneo. El odio y su ofrecimiento de represalias se ha vuelto más que un argumento: es la salida que ostentan quienes carecen de argumentos ante las propuestas constructivas de la inteligencia y la creatividad humanas.
Cuando a principios de marzo de 2001 el régimen talibán de Afganistán destruyó con explosivos y obuses las estatuas de Buda talladas entre los siglos V y VI en los acantilados de Bāmiyān (tras denominarlas “ídolos”), inauguró con esas infames demoliciones la Era del Terror Global, que ese mismo año condujo a los atentados de las Torres Gemelas. Desde entonces, la violencia terrorista es parte insalvable de nuestras existencias en todo el mundo.

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